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Abril del 2007El divorcio
Élder Dallin H. Oaks Un buen matrimonio no requiere un hombre o una mujer perfectos; sólo requiere un hombre y una mujer dispuestos a esforzarse juntos por alcanzar la perfección. Recibí la impresión de hablar sobre el divorcio. Éste es un tema delicado porque provoca emociones muy fuertes en las personas a las que ha afectado de alguna forma. Algunos se ven a sí mismos o a sus seres queridos como víctimas del divorcio, mientras que otros se ven como sus beneficiarios. Algunos ven el divorcio como prueba del fracaso, mientras que otros consideran que es una compuerta esencial para escapar del matrimonio. En una forma u otra, el divorcio afecta a la mayoría de las familias de la Iglesia. Sea cual fuere su perspectiva, tengan a bien escuchar mientras intento hablar con franqueza sobre los efectos del divorcio en las relaciones familiares eternas que procuramos obtener de acuerdo con el plan del Evangelio. Hablo de ello por preocupación, pero con esperanza. I.Vivimos en un mundo en el que el concepto total del matrimonio está en peligro y en el que el divorcio es común. Muchos han reemplazado el concepto de que la sociedad tiene un fuerte interés en preservar los matrimonios para el bien común, así como para el bien de la pareja y de sus hijos, por la idea de que el matrimonio sólo es una relación privada entre adultos que están de acuerdo y al cual se le puede dar fin cuando cualquiera de los dos así lo desee1. Las naciones que no tenían leyes de divorcio las han adoptado, y la mayoría de las que permiten el divorcio han hecho que sean más fáciles de obtener. Lamentablemente, según las leyes actuales de divorcio por consentimiento mutuo, puede ser más fácil dar fin a una relación matrimonial con un cónyuge no deseado que dar fin a una relación laboral con un empleado no deseado. Algunos incluso se refieren al primer matrimonio como el "matrimonio inicial", como una pequeña casa que uno utiliza por un tiempo antes de conseguir una mejor. El debilitamiento del concepto de que los matrimonios son permanentes y de gran valor tiene consecuencias de gran alcance. Algunos jóvenes rechazan el matrimonio, influenciados por el divorcio de sus padres o por las ideas populares de que el matrimonio es un grillete con cadenas que impide la realización personal. Muchos de los que se casan retienen su dedicación completa, y están prestos para huir cuando se les presenta el primer desafío de carácter serio. En contraste, los profetas modernos nos han advertido que ver el matrimonio "como un simple contrato que se puede firmar cuando se desee… y romper a la primera dificultad… es un mal que amerita una condenación severa", especialmente en los casos en los que se hace sufrir a los hijos2. En la antigüedad, e incluso bajo algunas leyes tribales en algunos países donde ahora contamos con miembros, los hombres tienen el poder de divorciarse de sus esposas por cualquier cosa trivial. El Salvador rechazó este tipo de opresión perversa hacia las mujeres. Él declaró: "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera" (Mateo 19:8–9). El tipo de matrimonio que se requiere para la exaltación, de duración eterna y de calidad divina, no considera el divorcio. En los templos del Señor, las parejas se casan por toda la eternidad; pero algunos matrimonios no progresan hacia ese ideal. A causa de "la dureza de [nuestros] corazones", el Señor actualmente no hace valer las consecuencias de la norma celestial. Permite que las personas divorciadas se vuelvan a casar sin la mancha de inmoralidad especificada en la ley superior. A menos que un miembro divorciado haya cometido transgresiones graves, él o ella puede reunir los requisitos para obtener una recomendación para el templo en base a las mismas normas de dignidad que se aplican a los otros miembros. Leer mas ... http://www.lds.org/conference/talk/display/0,5232,89-3-691-25,00.html Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos los principios del Evangelio.
Heber J. GrantCreo que puedo decir sin temor a equivocarme que el deseo más ferviente de todo fiel Santo de los Últimos Días es que sus hijos crezcan en la disciplina y la amonestación del Evangelio, guardando los mandamientos de Dios, a fin de que sean salvos en Su reino. Es sencillamente absurdo imaginar que si al niño se le siembran en la mente las semillas de la falsedad y de la maldad a lo largo de la vida, podrán ustedes, de una sola vez, sembrar en esa mente las semillas de la verdad y hacerlas producir toda una cosecha de verdad… Consideraríamos un perfecto tonto al agricultor que pidiese a todos los que pasaran por su granja que tirasen en el terreno unas cuantas semillas de malas hierbas, que hiciesen eso durante un periodo de veinte años, y que entonces esperara tener toda una cosecha de grano y que fuese muy buena. Yo puedo saberme las tablas de multiplicar y también mi esposa, pero no por eso puedo esperar que mis hijos nazcan con el conocimiento de las tablas de multiplicar en la cabeza. Yo puedo saber que el Evangelio es verdadero y mi esposa también puede saberlo, pero no se me ocurriría ni por un momento que mis hijos nacieran con ese conocimiento. Recibimos un testimonio del Evangelio porque obedecemos las leyes y las ordenanzas de él; y nuestros hijos recibirán ese conocimiento exactamente de la misma manera; y si no les enseñamos, y si ellos no caminan por el estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna, jamás recibirán ese conocimiento. He oído a personas decir que sus hijos han nacido herederos de todas las promesas del nuevo y sempiterno convenio, y que crecerían con un conocimiento del Evangelio hicieran lo que hiciesen. Quiero decirles que ésa no es doctrina verdadera y que es totalmente contraria al mandamiento de nuestro Padre Celestial. A los Santos de los Últimos Días se les ha dado la responsabilidad, que no es una petición, de enseñar a sus hijos: "Y además, si hay padres que tengan hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñen a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres. "Porque ésta será una ley para los habitantes de Sión, o en cualquiera de sus estacas que se hayan organizado. "Y sus hijos serán bautizados para la remisión de sus pecados cuando tengan ocho años de edad, y recibirán la imposición de manos. "Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor" [D. y C. 68:25–28]… Todo padre de familia que ama el Evangelio está listo y dispuesto a ir a los extremos de la tierra a predicarlo, y uno de los mayores regocijos que hombre alguno puede tener es ser hallado llevando almas al conocimiento de la verdad. Debe ser un regocijo mucho mayor para nosotros enseñar a nuestros hijos el plan de salvación7. Entre los primeros mandamientos que el Señor dio a Adán y Eva, les dijo: "multiplicaos; llenad la tierra" [Génesis 1:28]. Él ha repetido ese mandamiento en nuestra época. Nuevamente ha revelado en ésta, la última dispensación, el principio de la eternidad del convenio del matrimonio. Ha restaurado en la tierra la autoridad para hacer ese convenio y ha dicho que es la única manera debida y apropiada de unir a marido y mujer, y el único medio por el cual la sagrada relación familiar puede llevarse más allá del sepulcro y por la eternidad. Él ha dicho que esta relación eterna puede establecerse únicamente mediante las ordenanzas que se administran en los santos templos del Señor y que, por consiguiente, los de Su pueblo deben casarse sólo en Su templo de conformidad con tales ordenanzas. El Señor nos ha dicho que es el deber de todo marido y mujer obedecer el mandamiento que se dio a Adán de multiplicarse y llenar la tierra, a fin de que las legiones de espíritus selectos que esperan recibir su tabernáculo de carne puedan venir aquí y seguir progresando bajo el grandioso plan de Dios para llegar a ser almas perfectas, puesto que sin el tabernáculo de carne no pueden progresar ni avanzar hacia el destino que Dios ha trazado para ellos. Por eso, todo marido y mujer debe llegar a ser, respectivamente, padre y madre en Israel de hijos que les nazcan bajo el santo y eterno convenio. Al traer a la tierra a esos espíritus escogidos, todo padre y toda madre asume, para con el espíritu en su tabernáculo de carne y también para con el Señor, por haber aprovechado la oportunidad ofrecida por Él, una obligación de la índole más sagrada, por motivo de que la trayectoria que ha de seguir ese espíritu en las eternidades venideras, las bendiciones o los castigos que le aguarden en la existencia venidera, dependerán en gran parte de la atención, de las enseñanzas y del modo como críen los padres a ese espíritu. Ningún padre ni ninguna madre puede librarse de esa obligación y responsabilidad, y el Señor nos hará estrictamente responsables del debido cumplimiento de esa obligación y responsabilidad. Ése es el deber más elevado que los mortales puedan tomar sobre sí. Por consiguiente, la maternidad viene a ser un santo llamamiento, una dedicación sagrada a la misión de llevar a cabo los planes del Señor, una santa dedicación a la crianza, a la educación y a la formación en cuerpo, mente y espíritu de los que guardaron su primer estado y han venido a esta tierra, a su segundo estado "para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare" [Abraham 3:25]. Guiarlos para que guarden su segundo estado es la obra de la madre, "y a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás" [Abraham 3:26]… La maternidad está cerca de la divinidad. Es el servicio más elevado y más santo que puede emprender el ser humano, y pone junto a los ángeles a la mujer que honra su santo llamamiento y servicio. A ustedes, las madres de Israel, decimos, Dios las bendiga y las proteja, y les dé fortaleza y valentía, fe y conocimiento, así como el santo amor y la consagración al deber que les permita cumplir en toda su medida el sagrado llamamiento que tienen. A ustedes, las madres, y a ustedes, las que algún día serán madres, decimos: Sean castas, consérvense puras, vivan con rectitud, a fin de que su posteridad, hasta la última generación, las llame bienaventuradas"8. He oído a hombres y mujeres decir que ellos iban a dejar que sus hijos llegaran a la madurez antes de procurar enseñarles los principios del Evangelio, que no iban a forzarlos a aprender el Evangelio en la niñez, antes de que pudiesen comprenderlo. Cuando oigo a hombres y mujeres decir eso, pienso que carecen de fe en los principios del Evangelio y que no lo comprenden como debieran. El Señor ha dicho que es nuestro deber enseñar a nuestros hijos cuando son pequeños, y yo prefiero fiarme de la palabra del Señor en lugar de confiar en la palabra de los que no están obedeciendo Sus mandamientos. Es insensatez suponer que nuestros hijos crecerán con un conocimiento del Evangelio sin enseñárselo. Algunos hombres y mujeres sostienen: "Y bien, soy Santo de los Últimos Días; nos casamos en el templo y fuimos sellados ante el altar por un hombre que posee el sacerdocio de Dios, según el nuevo y sempiterno convenio; nuestros hijos inevitablemente van a crecer y van a ser buenos Santos de los Últimos Días; no puede ser de otra manera"… Pero quiero decirles que nuestros hijos no sabrán que el Evangelio es verdadero si no lo estudian y obtienen un testimonio por sí mismos. Los padres se están engañando si se imaginan que sus hijos nacerán con un conocimiento del Evangelio. Desde luego, tendrán mayor derecho a las bendiciones de Dios por haber nacido bajo el nuevo y sempiterno convenio, y será natural para ellos crecer y cumplir sus deberes; pero el diablo sabe eso y, por lo tanto, se esfuerza con mayor ahínco por alejar a nuestros hijos de la verdad9. Ruego al Señor que dé a los padres entendimiento para que se den cuenta de los peligros y de las tentaciones a que sus hijos están expuestos, que reciban orientación para vigorizar espiritualmente a sus hijos, así como para guiarlos y enseñarles a vivir como el Señor desea que vivan10. ¿Qué nos estamos esforzando por alcanzar? ¿Bienes? ¿Riquezas? Si hemos aceptado el Evangelio de Jesucristo y vivimos de acuerdo con él, entonces nos estamos esforzando por alcanzar la vida eterna. Entonces estamos procurando salvar nuestras almas. Y después de salvar nuestras propias almas, estamos procurando la salvación de nuestros hijos… Deseo afirmar que la mejor herencia que pueden dejar a sus hijos e hijas serán los caudales de bendiciones que recibirán por la comprensión que ustedes les den del reino de Dios y la dedicación de ellos a él11. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Heber J. Grant El matrimonio es esencial para Su plan eterno
ÉLDER DAVID A. BEDNARDel Quórum de los Doce Apóstoles
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Para llegar a ser autosuficientes en lo que respecta a lo espiritual y lo emocional, debemos: ■ Tener fe en Jesucristo y ejercer la fe para arrepentimiento. ■ Recibir las ordenanzas salvadoras del Evangelio, incluidas las ordenanzas del templo, y participar semanalmente de la Santa Cena para renovar nuestros convenios bautismales. ■ Orar diariamente. ■ Estudiar el Evangelio de Jesucristo en las Escrituras y en las enseñanzas de los profetas de los últimos días. ■ Obedecer los mandamientos de Dios y seguir el consejo de los líderes de la Iglesia. ■ Amar a Dios, y amar y servir al prójimo con "el amor puro de Cristo" (Moroni 7:47). ■ Evitar todo aquello que sea moral y espiritualmente degradante. ■ Fortalecer a la familia al orar juntos, al estudiar juntos las Escrituras, al llevar a cabo semanalmente la noche de hogar y al amarnos y cuidarnos los unos a los otros. ■ Asistir a las reuniones de la Iglesia y prestar servicio en los llamamientos y en las asignaciones. ■ Hacer todo lo que esté a nuestro alcance por adaptarnos a los cambios de la vida y recobrarnos de los reveses. ■ Compartir el Evangelio con amigos y familiares. ■ Localizar y remitir los nombres de antepasados fallecidos para las ordenanzas del templo y efectuar la obra del templo tan a menudo como las circunstancias nos lo permitan. Para llegar a ser autosuficientes en lo que respecta a lo social, debemos: ■ Cultivar buenas relaciones con los integrantes de nuestra familia y con los demás (véase Mateo 7:1–2, 12; Lucas 10:27; D. y C. 64:9–10). ■ Amar y servir a los demás. ■ Comunicarnos eficazmente con los demas. http://www.providentliving.org/articles/spanish/ProvidingLordsWaySpanish.pdf
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Una de las razones por las que hemos venido a esta tierra es la de obtener un cuerpo, lo cual es un paso necesario para llegar a ser como nuestro Padre Celestial. El Señor nos ha mandado conservar nuestro cuerpo y nuestra mente en buen estado de salud (véase 1 Corintios 3:16–17; D. y C. 88:124; 89). Cuando lo hacemos, nos encontramos en mejores condiciones de satisfacer nuestras propias necesidades y de prestar servicio a los demás.
Para llegar a ser autosuficientes en lo que respecta a la salud, debemos:
1- Obedecer la Palabra de Sabiduría.
2- Comer alimentos nutritivos, hacer ejercicio con regularidad y dormir adecuadamente.
3- Evitar sustancias o costumbres que puedan perjudicar nuestro cuerpo o nuestra mente.
4- Mantener limpia y en buen estado nuestra casa y sus alrededores.
5- Procurar asistencia médica y dental apropiada, lo que incluye, si fuera posible, tener una póliza de seguro médico.
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El Señor nos ha mandado que obtengamos conocimiento y sabiduría (véase D. y C. 88:77–80, 118; 93:53; 130:18–19; 131:6). Al hacerlo, somos más capaces de discernir entre la verdad y el error y de tomar mejores decisiones. También comprendemos mejor a Dios y a los demás, y sentimos un amor más profundo por ellos. Para llegar a ser autosuficientes en lo que respecta a los estudios, debemos: 1- Estudiar las Escrituras y otros buenos libros. 2- Mejorar nuestra habilidad de leer, escribir y llevar a cabo ejercicios básicos de matemáticas. 3- Aprender a comunicarnos eficazmente con los demás. 4- Obtener una educación académica o la capacitación equivalente que sea necesaria para conseguir empleo. 5- Aprovechar las oportunidades que se nos presenten para ampliar nuestro conocimiento. http://www.providentliving.org/articles/spanish/ProvidingLordsWaySpanish.pdf
El Señor nos ha mandado trabajar y proveer a nuestras necesidades y a las de nuestra familia (véase Génesis 3:17–19; 1 Timoteo 5:8; D. y C. 42:42; 56:17). Un buen trabajo también nos da la oportunidad de mejorar nuestros talentos y de desarrollar nuestros atributos divinos. Nos sentimos mucho más felices cuando nuestro trabajo concuerda con nuestros intereses y nuestras habilidades, a la vez que satisface nuestras necesidades.
Para llegar a ser autosuficientes en lo que respecta al trabajo, ya sea que trabajemos por nuestra cuenta o para otras personas, debemos:
1- Prepararnos con esmero y seleccionar una ocupación adecuada.2- Llegar a ser diestros en nuestro trabajo mediante los estudios, la capacitación y la experiencia.
3- Ser diligentes, buenos trabajadores y dignos de confianza.4- Rendir un trabajo honrado por el pago y los beneficios que recibimos.
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PROGRAMA PARA LA RECUPERACIÓN DE ADICCIONES
Guía para la recuperación y curación de adicciones
Escrito con el apoyo de líderes de
por personas que han sido adictas y han experimentado
el milagro de la recuperación por medio
de la expiación de Jesucristo
Preparado por
LDS Family Services
[Servicios SUD para la Familia]
Publicado por
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Salt Lake City, Utah, Estados Unidos de América
http://www.providentliving.org/pfw/multimedia/files/pfw/pdf/86010_AddictRecoveryGuideSP_pdf.pdf
MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA Estimados hermanos y hermanas: Durante muchos años se ha aconsejado a los Santos de los Últimos Días ahorrar un poco de dinero para prepararse para la adversidad. Al hacerlo, se incrementa enormemente la seguridad y el bienestar. Toda familia tiene la responsabilidad de proveer de lo necesario para sus propias necesidades hasta donde le sea posible. Dondequiera que vivan en el mundo, les instamos a evaluar la condición de sus recursos económicos para prepararse para la adversidad. Les instamos a ser moderados en sus gastos y a ejercer la disciplina en sus compras a fin de evitar las deudas. Paguen sus deudas lo más pronto posible, y libérense de ese cautiverio. Ahorren con regularidad un poco de dinero a fin de establecer gradualmente una reserva económica. Si ya han pagado sus deudas y cuentan con una reserva económica, por pequeña que sea, ustedes y su familia se sentirán más seguros y disfrutarán de mayor paz en su corazón. Que el Señor les bendiga en sus esfuerzos relacionados con la economía familiar. La Primera Presidencia http://providentliving.org/ff/pdf/WE_FamilyFinancesGuide_International_04007_002.pdf
MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA Estimados hermanos y hermanas: Nuestro Padre Celestial creó esta hermosa tierra, con toda su abundancia, para nuestro beneficio y nuestro uso. Su propósito es proveer para nuestras necesidades conforme andemos en fe y obediencia. Él nos ha mandado amorosamente: "preparad todo lo que fuere necesario" (véase D. y C. 109:8) a fin de que, si pasáramos por adversidades, pudiésemos velar por nosotros mismos y por nuestros semejantes y apoyar a los obispos conforme ellos velen por otros. Instamos a los miembros de la Iglesia en todo el mundo a prepararse para la adversidad de la vida con una provisión básica de alimentos y agua y algún dinero en ahorros. Les pedimos que sean prudentes al almacenar alimentos y agua y al empezar sus ahorros. No vayan a los extremos; por ejemplo, no es prudente contraer deudas para adquirir el almacenamiento de alimentos de una sola vez. Con una planificación prudente pueden, con el tiempo, establecer un almacenamiento en el hogar y una reserva de recursos económicos. Sabemos que algunos de ustedes tal vez no cuenten con los recursos económicos ni el espacio para ese almacenaje. Es posible que la ley les prohíba a algunos de ustedes almacenar grandes cantidades de alimentos. Les instamos a almacenar todo lo que las circunstancias les permitan. Que el Señor les bendiga en la labor de llevar a cabo el almacenamiento en el hogar. La Primera Presidencia http://providentliving.org/fhs/pdf/WE_FamilyResourcesGuide_International_04008_002.pdf