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Famosas Últimas Palabras
Sheri DewSegunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro Conferencia de Mujeres de BYU 1999
¡Nunca me canso de ver este panorama tan hermoso! Nunca deja de asombrarme que puede uno arribar a casi cualquier ciudad del mundo y encontrar un grupo de hermanas como éste. Quizás varíen un poco el tono de la piel y la forma de los ojos, pero desde Alaska hasta las Amazonas tenemos hermanas que han hecho los mismos convenios, que tienen las mismas esperanzas y que necesitan saber que son importantes. Al orar acerca de esta asignación, he recibido una impresión una y otra vez: Éste no es un grupo de mujeres ordinarias, ni esta congregación ni otras similares en todo el mundo. El Señor se deleita en nosotras; Él nos ama y depende de nosotras. Y a causa de la gravedad e importancia de esta época creo que nuestra obra más vital está por realizarse. De allí el tema de mi discurso: Las famosas últimas palabras. Créanme, mis palabras no tienen nada de famosas y también espero que no sean las últimas, pero sí tengo la responsabilidad de ofrecer las últimas palabras de esta conferencia anual, y al estar al borde de una época predicha por los profetas desde los inicios del mundo, hay algunas palabras famosas que debemos repasar. Entre ellas las de José que fue vendido a Egipto. Recordarán que se reunió con sus intrigantes hermanos cuando la hambruna los obligó a ir a Egipto en busca de grano sólo para encontrar que su benefactor era el hermano al que habían traicionado. Cuando José los envió de vuelta a Canaán en busca de su padre, las últimas palabras que les dijo fueron que no rompieran filas por el camino (Génesis 45:24). Ese consejo nos recuerda las famosas últimas palabras del apóstol Pablo que escribió al finalizar su vida: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor . . . en aquel día" (2 Timoteo 4:7–8). La declaración de Pablo me recuerda el himno "Pon tu hombro a la lid," que cantábamos con frecuencia en la pequeña rama de Kansas porque la abuela escogía los himnos y le encantaba la última estrofa: "Vigila, lucha por tu Dios con fuerzas y valor; alienta buenas obras hoy; pon tu hombro a la lid."1 (No sabía cuánta verdad encerraba la frase inicial "El mundo busca . . . obreros con valor.") Leer más ... http://ce.byu.edu/cw/womensconference/archive/1999/dew_sheri-spanish.htm |